Invictus

Director: Clint Eastwood

Esta producción está basada en el libro El factor humano, de John Carlin, que cuenta cómo Nelson Mandela, tras más de dos décadas de prisión por acusaciones de terrorismo, se va ganando a sus mismísimos enemigos, unos auténticos devotos del apartheid, el movimiento de segregación racial que impusieron los colonizadores holandeses bóer en Sudáfrica en el siglo XX. Emplearía el deporte como una estrategia de unión, mostrando una increíble habilidad de maniobra.

Nuestro protagonista sale de la cárcel y es elegido presidente de Sudáfrica, el primero a través de un sistema democrático. En una situación de confrontación absoluta entre negros y blancos, Mandela abogará por la paz y el progreso del país, y tendrá que ganárselo poco a poco, para lo que, entre otras cosas, se volcará en el deporte y en el equipo nacional de rugby para unir a la población. Provocará un efecto especial en el capitán del equipo, Francois Pienaar (Matt Damon).

Con una siempre impresionante interpretación de Morgan Freeman tal y como tiene acostumbrado al público, y un Matt Damon que no se queda atrás, Clint Eastwood ha vuelto a la gran pantalla después de Gran Torino para ofrecer en esta ocasión una historia completamente emocional que apela a los sentidos con todo el poderío del sueño de una nación, unos actores espléndidos y una trama, hay que repetirlo, extraordinariamente emotiva.

Un factor muy importante del que se sirve: la música. Una banda sonora absolutamente fantástica que traslada al espectador a la película poniéndole los pelos de punta y haciéndole sentir como si la viviera realmente. Las melodías africanas, voces y ritmos penetran en los oídos y convierten un partido de rugby en una de las vivencias más envolventes, placenteras y alucinantes.

En ocasiones, el espectador tal vez desconecte un poco entre algunas palabras y escenas más lentas pero al poco rato llega un momento en el que, a medida que avanza el filme, va siendo cada vez más interesante. A pesar de tener un final totalmente predecible, como es evidente por los hechos reales en los que se basa, mantiene la tensión y la emoción a flor de piel. Han sabido crear escenas que provocan el mayor estado de expectación.

Para terminar y a modo de curiosidad, cabe destacar que Nelson Mandela eligió bien cuando declaró que si se hacía una película de él, quería que fuera Morgan Freeman quien le representara, y así se lo dijo él mismo en persona, lo que llevó a una dura pero más que satisfactoria labor de seguimiento por parte del actor, cuyo trabajo no da pie a la más mínima decepción. Y con la dirección de Clint Eastwood, que no piensa jubilarse nunca según unas declaraciones a la prensa, ya remata el resultado de una bella y apasionante obra.

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